CABA
La ciudad de ciudades sufre los efectos informativos adversos de la agenda noticiosa nacional
La investigación, que se focalizó en el nivel barrial y, por ende, casi no encuestó a organizaciones poderosas del sector, revela que en el punto de convergencia de los mayores intereses de la Nación puede haber desiertos de noticias locales. Esto es particularmente relevante si se observa que, considerados por separado, los 48 barrios porteños superan en densidad poblacional a gran parte de los municipios argentinos. Desde esa otra perspectiva, la CABA es una ciudad de ciudades agrupadas electoral y administrativamente en 15 comunas.
Por Alexandra López
Desde el punto de vista de las noticias y del periodismo, la Ciudad Autónoma de Buenos Aires (CABA) es un poliedro con múltiples perspectivas. Sin duda este ámbito está dominado por los llamados “medios nacionales”, que son entidades que satelitan en torno a la agenda del Estado nacional, aunque con una mirada porteña: este punto de vista implica un método de selección y de edición de la información que en alguna medida reproduce el modelo centralista. Desde ese punto de vista, la CABA es “un bosque” por la diversidad de medios y de líneas editoriales; la cantidad de periodistas y la sofisticación del oficio, pero ello no implica que sus habitantes conozcan su realidad más próxima o tengan la posibilidad de saber qué pasa en los hábitats donde transcurre su existencia. La abstracción de lo “nacional” formatea las noticias que consumen los porteños: fuera de las grandes y poderosas empresas periodísticas, emerge un panorama informativo mucho más discreto y de supervivencia.
La investigación, que se focalizó en el nivel barrial y, por ende, casi no encuestó a organizaciones poderosas del sector, revela que en el punto de convergencia de los mayores intereses de la Nación puede haber desiertos de noticias locales. Esto es particularmente relevante si se observa que, considerados por separado, los 48 barrios porteños superan en densidad poblacional a gran parte de los municipios argentinos. Desde esa otra perspectiva, la CABA es una ciudad de ciudades agrupadas electoral y administrativamente en 15 comunas.
El abordaje de la capital del país a partir de la unidad barrial permitió “descomponer” el conglomerado uniforme y llevarlo a la dimensión hiperlocal. Ese análisis detectó que 25 barrios encuadran en la categoría de desierto informativo; 9, en la de semidesierto; 8, en la de semibosque y 6, en la de bosque informativo. La foto congela un paisaje caracterizado por el dinamismo. Los medios porteños nacen y mueren constantemente, y el hecho de haber intentado explorarlos en plena emergencia sanitaria sin duda ofreció un resultado muy distinto al que había antes de marzo de 2020.
Una particularidad del universo de la Ciudad de Buenos Aires es que más de 70 entidades de las 103 detectadas integran el Registro de Medios Vecinales previsto en la Ley 2.587 de 2007 (esta base es aún más amplia porque incluye producciones radiales y considera hasta dos medios por titular). La registración habilita el acceso a una pauta publicitaria y se renueva de manera anual. La mayor transparencia en el reparto de la propaganda oficial en gran medida es el resultado del nucleamiento de los medios en organizaciones como Arecia (Asociación de Revistas Culturales), ACMV (Asociación Civil de Medios Vecinales), Medios Agrupados, Red de Medios y CEMBA (Centro de Editores de Medios de Buenos Aires).
En la CABA la agenda de los “macrotemas” margina a las noticias barriales hasta el punto de desplazarlas a un lugar completamente secundario. Ese periodismo de lo inmediato y dirimente para la calidad de vida, que se ajusta a las problemáticas peculiares de cada área, no termina de despuntar. Si bien los medios gráficos identificados tienen el piso de 2.000 impresiones de la Ley 2.587, y las webs oscilan entre las 50 y las 20.000 visitas diarias, los ciudadanos están habituados a la masividad. Esta falta de costumbre se proyecta incluso a la sección por barrios del multimedios del Grupo Clarín.
Pese a las dificultades que enfrentan los medios barriales, algunos directivos refieren que las demandas son enormes, y que los vecinos cada vez más se dirigen a ellos para plantear reclamos o formular denuncias antes que a los propios comuneros o representantes políticos locales.
Aunque a los fines de la categorización se consideró a cada barrio por separado, corresponde apuntar que un número relevante de medios detectados “desborda” esa geografía, y cubre la vida de la comuna o de diferentes puntos de la ciudad a partir de temas transversales como el activismo cívico; el debate político, social y económico; la historia; el turismo y la cultura. Esa expansión asimismo obedece a la necesidad de ampliar el mercado publicitario.
La Ley 2.587 exige a los editores que el 50% del contenido trate sobre cuestiones inherentes a la problemática de su área de influencia, e instituciones públicas o privadas sin fines de lucro de la CABA. Estos requerimientos estimulan a prestar menos atención a la realidad barrial: muchos medios dijeron que le dedicaban el 10% de su agenda.
Fuera de la iniciativa privada, el Gobierno porteño aparece como un actor relevante del ecosistema con su propio menú de plataformas: el Canal de la Ciudad; Radio de la Ciudad; La 2x4 y la revista digital Disfrutemos BA. La CABA presenta, entonces, medios privados y públicos con las redacciones más grandes del país, y distinto alcance; medios de tamaño mediano con más de 20 periodistas, y medios chicos y hasta unipersonales. Llama la atención la existencia de pequeñas y medianas empresas familiares, que administran varios medios con distinto nombre, y contenido idéntico o muy similar, donde escasea el periodismo. Una cantidad sustancial de los medios son emprendimientos informales. También hay entidades ligadas a cámaras empresariales, gremios, etcétera, con un nivel variable de noticias locales de interés para sus audiencias.
Los avisos clasificados y la propaganda turística son fuentes importantes de financiamiento, y explican la crisis que para estos medios supuso la pandemia. Las dificultades económicas se reflejan en el hecho de que el porcentaje de periodistas en relación de dependencia es bajísimo en comparación con la facturación por monotributo u “otras formas de relación”. La precariedad se traduce en la necesidad de acudir a “notas chivo”, y a colaboraciones ad honorem ofrecidas por historiadores, profesores, vecinos memoriosos o aficionados a algunos aspectos del barrio.
Una última consideración acerca del ámbito estudiado. La pesquisa tomó como referencia las circunscripciones barriales oficiales y tradicionales de la CABA. Fuera del radar quedaron los medios de comunicación existentes en asentamientos como el Barrio 31 (Retiro) o la Villa 1-11-14. Su abordaje queda pendiente para la próxima exploración de los desiertos informativos porteños.